Si un destello nace del cruce de nuestras miradas,
el pulso de nuestros reencuentros marcará el tempo de la noche.
Así, al sumarse
uno a uno
cada vis à vis,
la intermitencia mantendrá un latido
al ritmo de unos puntos suspensivos.
Una coincidencia cual regalo,
un instante irrecuperable;
un presente, pasando.
Solo la palabra evitará la extinción de este fuego,
para juntos sobrepasar la novedad del asombro;
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo.