No cabe la necesidad, sino el derecho por envergadura
Atenuarme hasta deslizarme como piedra sumergida
Sigiloso me desgarro, imprimiendo un cincel que quiebre designios
Porque te hice de la nada, de la sorpresa y el deseo…
Cultivando, diseccionando, añejando los dolores en contra
Un atleta de la aféresis disfruta el adiós de no acompañarse
Pulverizo cada célula escalfándolas con agua de una curvatura astral
Desequilibro inhalando escombros amados por luciferinos
Hasta que llego a preguntarme ¿de quién es la gloria? y es cuando me río
Permanezco desmayado durante días sin que nadie me auxilie
Respetan mi acto, me ofrendan espacio para que mi convulsión me regenere
El mundo me asila cual bálano
No es por sinapsis ya que descubrí un proceder que la deidad oculta
Sin despertarme olfateo el grano húmedo del arca por el diluvio
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