Ahí estabas tú,
cuando aún eras la desconocida,
aunque te hubiese soñado anteriormente,
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo…

Allí estabas, bailando risueña
en mitad de la pista,
como si el mundo no importase
o se fuese a acabar mañana.

Y entonces me viste y te acercaste
pisando los charcos de una ciudad en llamas.
“¿Cuál es tu nombre?” me dijiste.
Y entonces supe que te amaba