Junté el manto de la brisa matutina,
con los rayos furtivos del sol que esquivo,
se escondía entre la niebla.

Navegué sobre prados verdes recogiendo el rocío de las hojas,
y humedecí tu piel mientras las mariposas te cubrían con sus alas.
Te reconocí ahí, flotando, un halo divino, un espejismo.

Te hice para mí y no tengo respuestas a tus dudas
Porque te hice de la nada, de la sorpresa y el deseo…
Del aire, del agua,
del alba y de un sueño.