Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
siento el alma confortada
y hoy puedo afirmar que creo.
Creo en ti, mujer amada,
y hasta en mis sueños te veo,
en intensa luz nimbada,
cual estrella en su apogeo.
Ungido por tu mirada
¡en dios metamorfoseo!