Perdida en el negro de un último aliento.
Sicario y presa de tus horas por ver.
Tu voz se me clava al gritar desde dentro,
resuena en el eco y desgarra mi piel.
De tu abismo hizo mi cuerpo su sombra
y en tu lamento se funde con él.
Es aún más fuerte cuando hay silencio
porque en silencio no queda alma que romper.
Yo maldigo el don de mis entrañas
si para ti nunca hubo anhelo
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo.