Me acusas de traidor
de sorprenderte por la espalda,
dices que soy el del caballo lento
que no miente sino engaña.

No consigo seguir tus motivos,
no sé de qué hablan.

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de los sueños de las flores,
de fragmentos de aleteos.

Porque te hice de mi alma,
de la tristeza y el desengaño,
y por mucho que me lastimes,
no podría hacerte daño.