Plano abierto de un mediodía luminoso,
la cámara nostalgiosa se queda
al borde de un río heracliteano: típico
panorama de domingo, verano y familia.
En el dulce ahora de esta luz cenital
te zambulles desde la ribera fangosa
y aún resuena en ti el estallido amniótico.
No haces pie pero no tienes miedo,
la correntada marrón no te raptará
en su huerfanía de mar fallido.
Esta escena podría dar testimonio
de la vida feliz, pero comprendes que
las cosas que ahora sigues recordando
flotan sobre las aguas del olvido.
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