Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
ahora ansío tu mirada
aunque me aceche Teseo.

Y es que mucho he cambiado,
tanto mi piel como mi mente.
No es la que siempre has amado,
mi alma, de tu ser la simiente.

Yazco en total desconsuelo,
añorando tu apego,
enfrentándome sólo al duelo
y sin ningún fuego.