Esa noche de obstinada lluvia,
sin dejar huella o marca alguna,
escribió tu nombre en el cristal.

Esa noche una nube muy oscura
pintó frío gris en tu sonrisa
sola para siempre en la penumbra.

Esa noche sopló fuerte el viento
para dejar las ramas desnudas
del gastado dolor de mi memoria.

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
falsas, vanas esperanzas,
esa noche contestó
congelando tu mirada.