A la luz de los últimos posos del ocaso,
tu piel cuarteada y sembrada de sombras
se empeña en simular un atlas de recuerdos.
Tu lánguido mirar bañado en desconcierto
intenta retomar momentos que grabaste
y ahora se disipan sin dar razón ni tregua.
Las cosas que ahora sigues recordando
flotan sobre las aguas del olvido
y nunca alcanzarán la orilla en tu memoria.
Se ahogarán como lo hacen los desvelos,
que a la hora incierta en que se acaban
ni cuenta se darán de haber servido en vano.
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