Bajo el árbol de tus recuerdos,
bajo tu melena otoñal,
me apuñalas con grises besos;
tus ojos estrujan mi paz.

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo;
del cruel madero de tu cuerpo,
cual tenaz liquen me sostengo.

Porque en tus preguntas me abrasas
-en tus pensamientos me arrastras
con tu cabello, etérea hada-
hacia las respuestas del viento.