Llegó de la nada un deseo disfrazado de vacío
como un suspiro ahogado en el espacio,
como una caída libre sin alas
atrapada en una red de sueño.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo
soy el padre de la incertidumbre eterna.
Y eres tan profunda
que una verdad se desgarra de ti sin palabras.
“Nada”, me dices, “hasta que aprendas a flotar en mí
como un suspiro desahogándose en el espacio”.
Llegaste de la nada, te quitas el disfraz, y te vas.