Me cuesta entender sus preocupaciones y sus dudas.
Ella es quien hoy es y como ahora es.
Y, cuando no doy buenas respuestas a sus preguntas,
cuando no le contesto como se contesta a una madre,
me asaltan los remordimientos y me lleno de malestar.
Pero, a continuación, sin pausa y sin explicación,
sé que de amor me lleno dulcemente,
y en voz a borbotones me derramo.
Y a sus preocupaciones doy soluciones,
y las preguntas encuentran respuestas repletas de cariño,
y nace la caricia en la mano de una hija
y la madre se transforma en la heroína de toda una vida.
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