Mañana
no dejaré de amar
las copas de los árboles
que se tocan en el sendero
arriba de mi cabeza,
o la manera
en que pronuncias mi nombre.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas:
el paso de mi voz a la palabra
es
como se pierde mi cuerpo
en tu lengua
cuando no estás.