Me abrasa un crepitar que balbuceo,
y en voz a borbotones me derramo
bullendo enmudecido de un solfeo
afásico hasta el fondo que difamo.
A túrbida salmodia me encaramo
sajándome en salvaje bisbiseo;
asciendo a la sentina y embalsamo
querubes para gozo de Asmodeo.
¡Basta de célicas ciénagas! pues
sé de un edén brotado de la mies;
cántaro pródigo, gruta clemente.
Cuerpo varado ayer, mas hoy Moisés,
sé que de amor me lleno dulcemente
mientras me adentro en tu mar inocente.