Hombre, un ser ingrato;
fui yo quien te bendijo,
solo coneces el maltrato,
mi más desobediente hijo.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
pero con tu alma envenenada
infectas el mundo por el que peleo.
Hay destrucción en cada paso,
sangre inocente, triste naturaleza,
hiciste de mi arcilla el mayor fracaso;
solo no hay final, pues hay belleza.