Perdí algo que nunca tuve,
algo irreal,
algo que había creado
para escapar de la realidad.

Mas te creé de las tardes llenas de suspiros, ruegos y anhelos,
de las veces que dije tu nombre,
de las noches que soñé contigo,
de todos los poemas, que solo a ti iban dirigidos.

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de la necesidad de tener a alguien
a quien decir «te quiero».