No me decido a mirar hacia el velo del templo, rasgado
A pensarte como recuerdo de algo no vivido
que nunca llega pero siempre se está yendo
No me decido

No me decido a imaginar un futuro por olvidar, distinto
dibujado por las grietas del jarrón caído
y por las esquelas manchadas de café
No me decido

No me decido a curarme las llagas de la mano, del brazo amputado
Brechas y úlceras que siguen atormentando
ese recuerdo imposible.
No me decido.

Pasé ayer bajo el puente del que saltaste, mas no me decido
Te escribo y sé que escribo para que no me leas