Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo
descubrí- pues- que
ochenta y un besos guardaban,
la magia desesperada
de aquellos que se amaban.
Ochenta y un besos de arriba a abajo,
sin cálculo matemático
sin cómputo artístico,
solo mis labios como trabajo.
Ochenta y un besos conté
en el cuerpo de aquel
al que amé.
Y amaré.