Me miraste como a un Dios
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo.
Te elegí entre todo nombre
mi palabra preferida,
la que inició cada verso,
cada hoja de mi vida.
Fuiste nada y eres todo.
Criatura que me crea,
que se enreda entre mis huesos
y restaña mis heridas.
Eres, amor, esa palabra mía.