Desatado el frío incendio
una vez más en mi cabeza.
Fuego intenso, sin control,
calmante, lento de mitigar.

Al sonido de la larga espera
acudes al rescate, certera, solícita,
y abandonas las últimas brasas
que hieren todavía.

Nada me paralizó;
me sorprendió tu poder:
deseo al que no me resistí.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo …
perdona vida que te viva así.