A veces te soñaba
pero no veía nada,
quizá mis manos,
quizá las de mi hermano.
Ninguna imagen en concreto
y mucho menos la de tu careto.
Porque te hice de la nada
de la sorpresa y el deseo,
una sorpresa preñada,
de futuro y anhelo.
Miro en el espejo y te veo,
un «yo» enano, pero menos feo.