Porque te hice de la nada,
de la soledad y del ruego;
porque una noche desolada
fuiste para mi alma el sosiego;
te recuerdo en esta afilada
hora donde se agota el fuego,
donde la vida resignada
se aquieta cual pájaro ciego.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo;
porque calmaste mi aleteo
en el calor de tu almohada;
guardo el murmullo de tu aliento
y la euforia… de aquel momento.