Justo cuando bebí tus sombras
encontré partes de un alma rota,
en el desnudo amarillento
de la inocencia más inconclusa.
Y me jugué la carta del placer.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de la pausa y el vacío.
Justo cuando quisiste huir
del eco que enlentece el gemido,
llegaron los mimos del refugio,
con la armonía certera de un vino de fondo.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.