Porque te hice de la nada, de la sorpresa y el deseo
precisamente por eso
tu figura aguerrida en mis construcciones
de castillos de viento milenarios
se hace fuerte y penetra
como una infección
en todo capilar de este cuerpo mío
y ahora que tu presencia has demandado
en cada torreón te alzas henchido de certezas
y aquí no hay dudas ni se titubea y el equilibrio es tan exacto
que la gravedad se ha puesto de mi parte
y densa como una nube sintética
me recoge y me arrulla cuando la noche cae
si tu sueño en mi costado aún es de papel, de duermevela.