Nadie sale ileso del olvido,
pero tú eres poema de un rio,
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de tímidos fragmentos
de nieblas y vientos.
Espérame
cuando se desvista la primavera,
no detengamos sus briznas,
y mientras la noche
espera al día,
chorreemos de caricias
el desgastado suelo.