Abrimos las puertas,
y entró la tormenta,
nos dejamos diseñar,
por una pantalla voraz.
Más liviano,
leve, rápido.
En quince segundos,
explicar el mundo.
Pulido sosiego de argumentos,
suplido por estridentes gestos.
Te escribo y sé que escribo,
para que no me leas…
es que no busco un derribo,
sólo encender las velas.