La luz enloquecida en el júbilo del alba
descubre tu silueta contra el azul oscuro,
casi negro, casi infinito del horizonte.
Tu cuerpo naciendo del mar, salpicando mar.
Tu cuerpo hecho de mar,
porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
del agua que supuran los suburbios de los sueños.
Estrellas diminutas brillan sobre tu piel,
resbalan suavemente entre tus senos,
vuelven al mar
como la arcilla sobrante de una escultura perfecta.
Y yo en la orilla,
hundido en el silencio, sin poderte alcanzar.