Cada picotazo
le servía al tiempo.
Guardaba una hora especial
y un vuelo de huida.
Estábamos contando los minutos,
los segundos,
las horas,
los siglos.
Cada picotazo
era como una vida en el espacio
sacando las carnes rendidas en los huesos.
Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo…
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.