Te esperaba…
posado en la mirada de la noche,
sobre el alma misma del silencio;
sorteando el amor y sus ausencias.
Te esperaba…
con el verbo apocado entre las horas;
condenado a la fatiga, al desvelo;
al cobijo del eco y mis latidos.
Te esperaba…
¡Qué fácil has venido
a mi voz, y en qué instante!
Justo cuando empacaba mi adiós y su recuerdo.
¡Verso mío, te esperaba!