Porque te hice de la nada
como la rosa que navega en los sueños
bajo los nocturnos pechos de la noche
que van muriendo sobre la pálida música
de este cielo.
Y de la sorpresa y el deseo escucho
tus trémulos dedos contra mi pecho
escalando la extinta sombra de la muerte.
Yo que te hice de la nada, mujer
labrando las cenizas de tus hijos,
por favor búscame donde el dolor habita
el sitio de las rosas, donde la muerte
es el olor a húmeda tierra o el primer beso
de este fuego que ya se extingue.
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