Hoy, 21 de enero,
muero de frío, sin consuelo.

Te veo en mis recuerdos
como diáfana sombra,
con sonrisa de cordero
y la mirada, de cobra.

Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
porque el diario es mi alma;
su secreto, mil mareas.

Ven, mírame a los ojos
de lóbregas pupilas,
los pozos que drenaste,
desalmada, con tu huida.