5 de noviembre: hace veinte años que te conocí.
Aún recuerdo tu perfume en mi piel,
el temblor de tus ganas de querer.
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos,
desde aquel día en que no volvimos a vernos.
Tú fundaste otra vida,
yo me quedé habitando el ayer.
El tiempo sigue intacto,
como el café que nunca enfría,
como tus besos al amanecer,
como tu mirada al partir.
Quédate, vida mía:
el reloj se ha parado y ya no sé seguir.