Me bastaba que me oyeras
desde tu palidez enferma
ante el apremio
antes que tu rio profundo
en el vasto océano se fundiera

No sé en qué mar deambulas
dónde taciturnan las ballenas
o donde bailan nerviosas las anemonas
en qué lugar un mar de peces
de colores destellantes nos encandilan

Te escribo y sé que escribo
para que no me leas
como si pudieras mis palabras te llaman
vuelves a mí y desde el sueño me alegras.