Y a pesar de todo intento
y contra todo imposible
alguna esperanza
habría de alcanzarme
y apenas me alcanzaron palabras
para tejer un cierto anhelo en la brisa
pero al abrir la ventana el desorden me habitó
como habita la pérdida.
“Te escribo y sé que escribo para que no me leas”. (García, J. 1988).