Se encuentra en mi sangre,
La traición, el lamento y la muerte.
Se sienten en el viento,
los mensajes de tu comprensión y,
los secretos de tu deserción, a mi compasión.
Recuerdo las cartas nunca expuestas,
Archivadas en distintos períodos de mis recuerdos,
En el abismo de tus palabras infligidas.
Ahora, yo te escribo y sé que escribo para que no me leas…
Te escribo para liberar a las palabras de mi prisión,
ocultadas en la cortina de gloria,
situadas en mi habitación.
Estimo con ternura los marcos del museo que creamos,
pero en mi alma, me duele echarte de menos.