Leer, despacio, sin prisa, un poema.
Saborear las palabras,
degustar el pensamiento;
ralentizar la vida, el instante:
detener el reloj y los latidos.
Ir en contra de toda lógica.
Es tan necesario,
tan importante como respirar.
Prueba, inténtalo tú mismo:
“Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…”.