El día que te conocí:
las almas en distancia se arrancaron los cuerpos,
saciaron sus ansias, del reloj rompieron los cristales
las arenas desiguales, una palabra tuya a mi ojo izquierdo
le extrajo una lágrima, cada tecla de mi piano se hizo un labio azul,
dejó de existir el pasado y en día más feliz, carmesí, cuando llegaste por fin a mí,
no dejé de subrayar en rojo el poema de tus labios.
Hasta los poetas callaron…
El día que te fuiste se subrayaron de añil morado mis dos faros triangulados
y el cielo lanzó un reto-vértigo al mar con pájaros-barco destartalados,
y ahora que la distancia de las almas se ha hecho dueña y ya no se reconocen,
te escribo y sé que escribo para que no me leas las lágrimas primitivas
que hoy vierto en la arena gacha de este reloj nuevo.
Hasta los poetas…