He cogido papel y pluma, quiero transmitirte mi pena.
Te escribo y sé que escribo para que no me leas…
Has sido una madre buena, más nunca nos entendimos,
tú con tus arquetipos, yo con mis pretensiones.
Al final, vidas no halladas de la una con la otra,
dos almas separadas y tristes, incomprendidas eternas.
He reflexionado y siento que no he sido una buena hija;
debí comprenderte más, amarte como te merecías.
Esta carta es mi confesión para el perdón que necesito,
el que sé que me darías si un día cualquiera te la remito.