Murallas de hielo que me encarcelan en abismos
en que se funden los pocos suspiros que me quedan,
tu posible aliento a vino, tu genuina fragancia en fuego
desconocí,
no me sé existir sin tu aquí.
Existes donde yo muero porque me poseas,
en mi «te escribo y sé que escribo
para que no me leas» entre caminos de estrictas huellas
encriptadas en mi ser,
cuando escribo es oportuno en mi ensoñación
salir y respirarte aunque sea.
Quizá nunca nos conocimos o quizá sí,
quizá sí existes solo ahí donde yo te sueño.
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