Entre sudor y desvelo,
con lagañas y ojeras, de noche
te escribo y sé que escribo para que no me leas.
Me aterra cruzarnos y mirarte;
te amo… te amaba,
y sigues ausente.
Porque estás en mi cama, porque hueles a ti,
te extraño en presencia;
pero no eres tú: tú no estás aquí.