Tan solo acallo,
reprimo los aleteos del corazón,
otras en cambio acaricio
tu acezante amor.
Y nadie sospecha que ansío besarte a plenitud,
ni que mis ojos gravitan alrededor de tu luz.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
te escribo para que escuches mi voz
nombrarte en silencio.
El éter sideral es testigo,
de mi locura, echándote de menos,
de la tuya, echándome al olvido.