En su quietud, la noche tiembla;
la duda pinta la alcoba
y se ahoga el latido en dolor.
Estalla sin ruido el amor
en torbellino sereno.
«Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…»
Vibrando en el aire una nota calló.
Sordo, el oleaje en la playa;
el viento no se atreve a soplar.
Presencia y silencio elocuente:
donde las almas rotas se entienden.
La brújula enrumba el naufragio.