Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos,
esa noche te convertiste en Luna
y yo me convertí en el Sol.

El viento sopla sus dudas,
tu ausencia vibra en mi pecho;
tus pasos ausentes resuenan,
y cada sombra, un dulce recuerdo.

Quizás el cielo acierte algún día,
quizás la marea te traiga de nuevo,
llueva o truene, yo me quedo;
porque lo que pasa es que te espero.