Me asombra tu andar, y tu suave caminar.
Ahora dónde estás, deseo tu mano tomar.
Juntos hasta el altar, y tu corazón atar.

Espero prisionero, un loco marinero.
Grilletes mis deseos, mundanos anhelos.
Tus labios la llave de los condenados.

Y brilla, desorbitadamente quieta,
Está la noche entre los dos, amor,
Ella nos observa, sobre terciopelo,
Da esperanza de la palabra muda.

Deseo escuchar al viento susurrar,
anhelando tus palabras invocar
el nombre de mi vago corazón,
y proclamarme tu conquistador.