Nuestra nueva respiración es un miedo vital que se cree silbido.
Así como convicción. Así el suspenso que herimos de espera.
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos
y empaña al poema, le reclama que haya nitidez en la herida;
el camino recoge la prisa, lo que pesa de las preguntas.
Hay una fiesta en lo tácito de la tormenta,
una nueva historia que le da a nuestra piel lo que tu mirada silenció:
cadencia de animal
tristeza como eco
poema tridente.
¿Por qué el amor es mas tarde que hacerlo?
¿A cuántas desconfianzas estamos de la ternura?
¿Será que todos estamos locos, pero no todos se lo merecen?