No hay reflejo en el espejo,
la oscuridad se cierne sobre la estancia.
Las manos juegan con el silencio
y un gemido alzado
rompe una escena
que roza la perfección.
Los cuerpos desnudos
se rozan unos segundos.
Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…
Pensó la oronda luna llena
mientras observa,
como alcahueta,
a los amantes somnolientos.