Desorbitadamente quieta
Está la noche entre los dos.
Se extiende sin cordura,
Con suplicio y dolor.
Un gélido silencio,
Nos envuelve el corazón.
Inquietos y distantes,
Inevitable es el adiós.
En tus manos, sus zapatitos,
Mi maleta guarda su edredón;
La tierra engulle su candor,
Símbolo del yermo esfuerzo,
Para conservar nuestro amor.