Como boca palpitante, sellada,
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.
Como este ruido tenso, mudo y sordo.

Deliberadamente turbios, fuimos.
O debiéramos, ¿fingir morir en dosis mínimas?
Encabalgando susurros envenenados
tras las sábanas.

Cruzo las manos, rogando
con la voz estrangulada:
si el cielo enmudecido calla,
podría ser, entonces,
desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos.